Es
que me miras y me tambaleas con tus ojos.
Me
sonríes, y rompes en mil pedazos cada rincón
de
corazón que estaba pensando en ti.
¿Cómo
quieres que te quiera,
si
no me das más opción
que
quedarme plantada
esperando
que me cojas al vuelo
o
me dejes caer en tus brazos?
Cómo
quererte bien, si siempre ando mirándote
desde
abajo, como se admiran las cosas grandes,
como
se admira cualquier cosa que valga la pena ver.
Y
ahí estás tú, con un mechón de pelo despeinado
que
cae sobre tu frente, mientras tus ojos ya están pensando
su
siguiente movimiento, su siguiente jaque mate,
que
alcance mi pecho, y me deje descansar ahí.
En
el calor de tu mirada.
Quién
diría que unos ojos son los creadores
del
terremoto de mi vida,
que
solo hacen que balancearme
arriba
abajo
a
mi lado,
quédate.
Ahí. Muy pegado.
Y
abrázame, fuerte. Muy fuerte.
Que
apenas sienta que respiro,
y
hacerlo
porque
tú me das el aliento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario