viernes, 3 de enero de 2014

Mil noches y una.

No es que tenga insomnio. O sí.
La verdad, es que ya no distingo el insomnio con eso de echarte de menos.
Se están convirtiendo en sinónimos, o están cogiendo cierta dependencia, porque una conlleva a la otra. 

Hay noches de risas, de llantos, de silencios, de abrazos, de nostalgias, de monstruos, de caricias, besos, de angustias, de pánico, de miedo, de inseguridad, de incertidumbre, de desconcierto, de asombro, pero sobre todo, de amor. Por mucho que suene cursi. Pero sí, él es el causante de nuestros insomnios, del mío.
No es mal de amores, más bien, es "bien de amores".
Es ese cosquilleo en el estómago que te hace pasar la noche en vela, deseando estar con esa persona que pone tu mundo patas arriba, y eso, para mí, es arte, chico. ¿Qué le voy a hacer si veo arte en todo lo que haces? 

Y es que no tienes ni puta idea de lo que daría por estar contigo.
Ahora.
En una cama. 
En cualquier parte.


Que sí, que llevo mil noches sin dormir, y con esta, sumamos una más.