viernes, 24 de abril de 2015

Feliz cumpleaños, pequeña.


«Querida Blanca, te quiero.»

Esperé tres años y siete meses para que llegases a mi vida,
shh, no me habléis de sonrisas ahora,
seguro que nadie podría superar la mía.

Hablemos de jugar a hacer formas
con las sombras que proyectan nuestras manos.

Hablemos de cómo hablábamos de ir a Nunca Jamás,
y reunirnos con Peter y los niños perdidos.

Hablemos de cuando nos reíamos a las dos de la mañana
en la misma cama,
de cómo nos llamaban la atención,
y volvíamos a reír.

Hablemos de cómo pasa el tiempo,
de que no cambia nada entre nosotras,
de que te sigo queriendo igual o más que siempre.

Eres de ese tipo de poesía
que carece de cualquier tipo de regla
para llamarse como tal.

Hablemos de esa guerra que tienes dentro,
hablemos de cómo no me temblaría la mano
por entrar en un combate cuerpo a cuerpo
mientras sea para salvarte.

Que no dejaría que nadie te hiciera daño,
que cambiaría todas tus lágrimas,
para poder llorarlas yo.

Es mi hermana, pero también mi mejor amiga,
la que si me busca, siempre me encuentra,
y la que me tiene, sin necesidad de buscarme.

Ella es mi verbo incondicional, la única que sé
que no dejaré de querer nunca.
Ella, es mi aliada eterna en esta vida.

Feliz cumpleaños, pequeña.



sábado, 21 de marzo de 2015

Carta a un amor.


«Qué pequeños somos al lado del amor.»


Querido amor;

te escribo en un intento desesperado de ser tuya.
Por una vez,
por última vez.
Por todas las veces que deseé que fueras mío y te escapaste.

Te escribo, por todos aquellos corazones, que cayeron asomándose a la ventana de tus pupilas.

Verde, marrón, azul y gris en el cielo, como fuegos artificiales acariciando el rostro de alguien que no ve.

Te invito a tomar un café por las calles de mi cuerpo,
te invito al mejor concierto del mundo apoyado en mi pecho,
¿lo oyes?
Es mi corazón, que está interpretando la banda sonora de mi vida.
La nuestra.

Siempre quise tocar el piano, para poder acariciar tu cuerpo así,
pero qué le voy a hacer si soy más de guitarra,
de sentirte dentro con cada rasguño.

Tanquilo, amor, no te haré daño
(eso decimos todos)
esta vez va en serio,
solo quiero tomar un café contigo por las calles de una ciudad desconocida,
quiero que seas mi amor,
y mi vida,
quiero que seas mío y ser tuya.

Tuya.


lunes, 16 de marzo de 2015

Ella.


Mi gemela, si hablamos de almas.
Mi sonrisa, si hablamos de mirarla.
Mi paciencia, si hablamos de su genio.
Mi corazón, si hablamos,
de tú a tú.

Blanca como la nieve,
y fría como la misma.
Qué pocos han visto esos ojos,
cuando destellan llorosos
entre tus risas.
Pero no he venido aquí para hablar
de ojos, ni de risas,
que eso está muy visto,
y tú, tú eres todo lo contrario.

Difícil de explicar,
como el sabor de la canela,
de la vainilla.
Sencilla como las olas del mar,
y complicada como un poema de Góngora.

Que eres tú, la que está ahí siempre,
la que abre los ojos y abre un mundo tras ellos.
Qué digo un mundo,
dos, tres, sin contar los fantásticos,
aunque para hablar de fantasía solo hay que
mirarte, niña.


sábado, 14 de marzo de 2015

República independiente de tu cama.



He llegado a tu casa, me he lavado los dientes y me he puesto esa camiseta negra tuya, que dices que me sienta bien. 

Hoy dormiré en bragas, en tu honor, y las usaré de bandera para proclamar la República independiente de tu cama. 

En la que estás tú y tus manías, y yo y mis tonterías, que no se van de una hostia, ni de dos. 

Se van cuando estás dentro de mí, entonces sé que esto es serio, que llegas con toda tu artillería posándola en mi bajo vientre, produciéndome un cosquilleo, pero fuerte, muy fuerte.

Y entonces es cuando llego yo, y saco mis antitanques y creamos una perfecta guerra en la que acabamos rendidos, yo con las manos en alto, y tú, con las manos en mis tetas. 

Y qué bonito sería si todo el mundo hiciera la guerra así. 

Ven, cariño, hazme tuya y te hago mío y nos hacemos y deshacemos constantemente en una  noche. 

Que no quiero prisas, pero tampoco pausas, no contigo. 



Vuélveme a besar en un cruce delante de un hotel. 



Vuelve a por mi, a las doce en la Renfe.

Vuélveme a decir te quiero, con el cosquilleo de la primera vez. 

Vuelve a querer follarme una y otra, y otra, e infinitas veces, y no dejes de hacerlo.

jueves, 5 de marzo de 2015

Seísmos, o algo así.


Es que me miras y me tambaleas con tus ojos.
Me sonríes, y rompes en mil pedazos cada rincón
de corazón que estaba pensando en ti.
¿Cómo quieres que te quiera,
si no me das más opción
que quedarme plantada
esperando que me cojas al vuelo
o me dejes caer en tus brazos?
Cómo quererte bien, si siempre ando mirándote
desde abajo, como se admiran las cosas grandes,
como se admira cualquier cosa que valga la pena ver.
Y ahí estás tú, con un mechón de pelo despeinado
que cae sobre tu frente, mientras tus ojos ya están pensando
su siguiente movimiento, su siguiente jaque mate,
que alcance mi pecho, y me deje descansar ahí.
En el calor de tu mirada.
Quién diría que unos ojos son los creadores
del terremoto de mi vida,
que solo hacen que balancearme
arriba
abajo
a mi lado,
quédate. Ahí. Muy pegado.
Y abrázame, fuerte. Muy fuerte.
Que apenas sienta que respiro,
y hacerlo
porque tú me das el aliento.