Se quejan de los amores falsos y temporeros,
de aquellos que una vez les prometieron rocío,
y les tiraron barro encima.
Como tú hiciste con aquella chica,
prometiéndole lunas que ni siquiera exisistían,
y ella, pobre ilusa, masticando y tragando cada una de tus
(putas) palabras.
Ya no sé si fuiste tú el que le tirabas barro,
o eras tú, el mismísimo barro. (enterrándola viva.)
Sea lo que fuere,
tú la mataste.
Tú te cargaste a la flor que lloraba.
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